La Iglesia pierde fieles cada día

A. CARRERA, M. FERRÀNDIZ, S. RUIZ Y C. SEGURA

Durante los últimos años, la religión católica ha ido perdiendo presencia en la sociedad contemporánea. Cada vez son menos las personas que acuden a misa los domingos y el descenso del número de comuniones y bodas celebradas por la iglesia es considerable.

En solo tres generaciones, el catolicismo ha pasado de ser un pilar fundamental de la sociedad, a tener un peso cada vez menor. De hecho, podríamos dividir la población en tres claros sectores; la gente mayor, ligada a creencias impuestas durante los años 50, se aferra a la fe cristiana y la incluye en su vida cotidiana de forma habitual. Los adultos, comprendidos entre los 30 y los 50 años, conservan parte de la educación católica que recibieron durante su niñez y tratan de compaginarla, en la medida de lo posible, con su día a día mediante los principales sacramentos (matrimonio, bautismo y comunión). La juventud, en cambio, nacida y formada en familias generalmente poco practicantes, ha desarrollado cierta aversión por una iglesia que no reconoce las problemáticas que le inquietan.

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Transcurso de la misa en la Iglesia de Santa Maria de Cornellá //Aroa Carrera.

Las razones a las que se debe este sentimiento de rechazo podrían estar directamente relacionadas con la evidencia de que se trata de una comunidad que ha quedado anticuada. La falta de adaptación a los tiempos modernos hace que los creyentes dejen de relacionarse con la Iglesia y sus actividades. Esto, sumado a la predicación de valores que después no todos los organismos religiosos acatan, ha alejado la fe de los ciudadanos de la institución.

Lujos del Vaticano

En España la Iglesia católica es una gran potencia inmobiliaria. No hay pueblo sin iglesia, ni ciudad sin catedral. Se calcula que el patrimonio eclesiástico está integrado por 100.000 inmuebles. O dicho de otra forma, el 80% del patrimonio histórico-artístico nacional  pertenece a la Iglesia. Nadie sabe la cuantía total del patrimonio eclesiástico. La Iglesia no lo dice, escudándose en el funcionamiento diocesano de la misma.

Sin embargo, tan sólo en Roma un tercio de los edificios son propiedad del Vaticano, pues el tesoro en oro acumulado por este país es posiblemente uno de los más grandes del mundo.

Ahora bien, si la iglesia predica con los valores de humildad y fraternidad entre hermanos, ¿por qué no vende sus tesoros artísticos para dar de comer a los pobres? ¿Por qué no se vacían las elegantes salas del Vaticano o de los obispados de todas las hermosas estatuas, cuadros y esculturas?

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Recolecta del cepillo de la parroquia de Castellar del Vallés //Aroa Carrera.

Descenso de celebraciones religiosas

Algunas ceremonias religiosas están dejando de ser una pesada losa para aquellos que no creen en el valor sacramental de ritos como el matrimonio, el bautizo o la primera comunión. En los últimos seis años, estas celebraciones han caído alrededor de un 40% en España, tendencia que es mucho más acusada en las uniones conyugales; el cierre del año 2012 muestra que sólo un 35,52% de las 154.931 celebraciones nupciales fueron religiosas (55.033) mientras que el 64,48% restante (99.898) optó por ceremonias civiles.

«Las prácticas religiosas tradicionales descienden porque, a diferencia de lo que ocurría hace años, hoy no hay una sanción social hacia quien decide no realizarlas o declararse agnóstico o ateo. Nadie le va a poner una etiqueta a un niño porque no esté bautizado o no haya hecho la comunión, ni va a sufrir algún perjuicio social». Así lo afirma Ramón Martínez, profesor del área de Sociología de la Universidad de Barcelona, quien destaca que este proceso, aunque se ha incrementado en los últimos años, comenzó hace tiempo, y no refleja que la sociedad española sea menos religiosa, «sino que las formas de la religiosidad están cambiando». «Si le preguntamos a la gente si cree en Dios, la proporción de respuestas afirmativas sería la misma que hace cincuenta años», explica.

Lo cierto es que las presiones sociales o familiares que llevaban a muchas personas a pasar por la vicaría en contra de su voluntad o a bautizar a sus hijos están desapareciendo y ahora únicamente reciben el sacramento aquellas personas que están convencidas de su significado. De esta forma, mientras que en 2003 más de diez mil niños fueron bautizados, esta cifra ha ido descendiendo paulatinamente hasta los 7.500 del año pasado, lo que supone una caída del 26%. A la hora de explicar estas cifras, el profesor Martínez también alude al aumento de la población extranjera en la península. «Hay una mayor proporción de residentes que no son católicos y por lo tanto no practican estos ritos», señala el sociólogo catalán.

Y es que atrás quedan los tiempos en los que las celebraciones civiles se consideraban fuera de lo normal. En la actualidad estas festividades están a la orden del día, especialmente en tiempos de crisis, durante los cuales se pretende evitar el fuerte gasto económico que puede llegar a suponer una ceremonia cristiana tradicional.

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Asistencia a misa

La Santa Misa es el acto litúrgico dentro del cual se ofrece la Eucaristía. Su institución fue en la última cena de Jesús con sus apóstoles.

Según el dogma católico, en la misa se renueva el sacrificio del Calvario al celebrar el sacramento de la eucaristía, consagrándose el pan y el vino por medio de una fórmula sacramental que pronuncia el sacerdote celebrante, lo que produce el efecto de la transubstanciación.

Cada domingo por la mañana tiene lugar esta celebración en casi todas las iglesias cristianas y sus creyentes acuden a su festejo. No obstante, des de años anteriores a la actualidad, han menguado el número de asistentes a esta ceremonia. La fe cristiana ha disminuido y éste hecho también se nota en misa. “Los domingos, aquí y en todos los lados, ha habido un descenso considerable”, afirma Ramón Villarino. Aun así, siguen acudiendo a misa unas 300 personas aproximadamente.

Debemos tener en cuenta qué tipo de personas asisten a la celebración. La mayoría de personas son mayores, a partir de los 50 años. Por lo tanto, corroboramos lo que antes ya hemos mencionado, la gente mayor es la que más fe tiene por la época en la que vivieron, dónde les impusieron la religión. También van a misa algunas familias, de las pocas a las que sus padres les inculcaron la fe y ellos se lo han traspasado a sus hijos. Cabe destacar que van a la ceremonia familias sudamericanas, ya que vivieron en un país distinto a España y la vida allí es de otra manera, no hay tanta modernización como aquí, por lo tanto, la religión todavía tiene un peso importante en sus vidas.

La asistencia de juventud a la santa misa es escasa, por no decir nula, y esto se debe al cambio de mentalidad de la sociedad, como ya hemos dicho antes, y al descontento que hay hacia el sistema.

La iglesia como institución

En un principio la iglesia surgió como el templo en el que las personas pueden adorar a dios, un sitio de culto y de oración. Pero con el paso del tiempo la iglesia aumentó su poder. Si tomamos como referencia la época feudal de España, vemos claramente como la iglesia tenía poder por encima del proletariado, ni siquiera tenían que pagar impuestos. Y, actualmente, todavía podemos ver ciertas actitudes y lujos que tiene esta organización que hacen que se aleje de la humanidad.

En el contexto actual en el que vivimos hay un rechazo, por parte de la población, hacia el sistema y todo lo que lo compone. Y la iglesia es una parte importante en éste sistema. Por ese mismo motivo, sobretodo la juventud, que es a la que le queda más vida por delante y tienen ansia de hacer del mundo un lugar mejor, sienten que la iglesia no se corresponde con sus necesidades ni con su fe. Es cierto que hay muchos jóvenes que tienen fe, que quieren ayudar a los demás y servir-les, pero en lo que no creen es en la iglesia como negocio.

Iglesia. Aroa Carrera

Iglesia de Santa Maria de Cornellà //Aroa Carrera

Modernización Iglesia

Es evidente que la modernización de la Iglesia avanza a un paso muy lento. Al ser una institución con más de 2.000 años de antigüedad, es lógico que se haya quedado atrás en muchos aspectos. La globalización ha causado un gran impacto en la sociedad y la religión católica no se ha adaptado al mismo ritmo. En muy poco tiempo, los valores cristianos se han quedado anticuados porqué no son los mismos que los de la mayoría de la sociedad.

Como nos decía Ramón Villarino, sacerdote de Castellar del Vallés; “los problemas de la Iglesia tienen que ser los problemas de las personas”. Al avanzar la civilización más rápido que el catolicismo, los problemas de los seres humanos ya no los puede resolver la fe cristiana, ya que sus respuestas no están actualizadas. Esto produce un distanciamiento importante entre sociedad y religión cristiana, creando así, que las personas rechacen y critiquen en muchos casos las posturas de la iglesia.

Cuando se produce esta diferencia, la institución eclesiástica queda tan alejada de la sociedad que es inevitable que haya una pérdida importante de fe, sobre todo por parte de las nuevas generaciones, que ya crecen junto globalización. Por mucho que la Iglesia haya intentado modernizarse, si sigue defendiendo problemáticas como la prohibición del aborto, tratando la homosexualidad como una enfermedad y el uso del preservativo como un acto en contra los seres vivos, no lo conseguirá. Es una institución muy grande y cuenta con opiniones de todos los gustos y colores, y sería injusto generalizar, pero la imagen que dan es la de defender temas que van más concordes con el siglo pasado que con el actual.

Mucha gente afirma que la Iglesia debe cambiar, aunque es difícil cambiar una religión con tantos años de historia y con una trayectoria tan amplia. Las ideas que defendía la Iglesia siempre han ido concordando más o menos con la sociedad, hasta que esta en menos de 50 años ha dado un salto que la Iglesia no ha sido capaz de dar. Y ahora que ya ha pasado un tiempo de esa modernización de la sociedad, todavía es más difícil. Hay temas muy delicados en los que es muy difícil pronunciarse hacia un lado u otro, ya que dividiría por completo a la sociedad católica. Quizás, si se intentara actualizar la Iglesia al nivel en el que está la sociedad para acercarse más a los problemas de la realidad, la institución perdería fieles. Hay que tener en cuenta que es muy complicado modernizar una cosa tan importante y que afecta a tantas personas como la religión. Pero si no, la importancia de la religión cristiana irá descendiendo día a día.

Francisco I

Aun así, muchas personas tienen sus esperanzas en Francisco I, el nuevo Papa, para que la Iglesia católica cambie de postura y se implique más con la sociedad. La condición de franciscano del nuevo Papa le hace predicar con unos valores en los que se sitúa al mismo nivel que los ciudadanos normales, idea que va en contra de lo que hasta ahora ha sido la institución.

Siguiendo la doctrina de San Francisco de Asis, el Papa Francisco I tiene la voluntad de regenerar la Iglesia católica abriéndola a las necesidades de la sociedad contemporánea. Por ejemplo, en lo relativo a los matrimonios homosexuales, Francisco I, al igual que el resto del catolicismo, se posiciona en contra, aunque sí que apoya la unión civil de parejas del mismo sexo, lo que implica un avance muy significativo en la mentalidad de la Iglesia. En lo que respeta a los métodos anticonceptivos, el nuevo Papa también tiene una postura revolucionaria en la que se posiciona a favor, siempre y cuando sea para evitar enfermedades. Además, el Papa también se ha pronunciado acerca del hambre en el mundo y ha criticado el sistema económico por no ir acorde con los intereses de la población. Gracias a este cambio significativo respecto a los papas anteriores, ha surgido la chispa de la esperanza en aquellos que creen necesario un cambio en la mentalidad y las políticas de la Iglesia católica.

Otra postura completamente contradictoria del Papa Francisco I respecto a sus antecesores es la de la humildad. Al contrario que la Iglesia tradicional, que ha ido acumulando bienes a lo largo de la historia acumulando una fortuna inconmensurable, Francisco I ha querido acercarse al pueblo poniéndose a su altura. “En la Biblia siempre se representaba al pastor con las ovejas, como el sacerdote con el pueblo. No como símbolo de rebaño, sino como comunidad. Es decir, es necesario que la iglesia huela a pueblo y es necesario que el pueblo huela a la iglesia”, explica Ramón Villarino. Para ello, entre otras cosas, ha renunciado al apartamento papal en el Vaticano, alojándose en Casa Santa Marta, o negándose a subirse al Papamóvil. También ha protagonizado algunos encuentros con los fieles, cómo su visita a la prisión, donde les lavó los pies a algunos de los presos.

Gracias a todo esto, muchos creen que Iglesia puede recuperar parte del terreno perdido en los últimos años. Lo cierto es que, si la institución eclesiástica consigue el objetivo de lavar su imagen, podría recuperar aquellos fieles que tienen fe, pero se han alejado de la Iglesia por no sentirse identificados con ella. Aún está por ver cómo se va a desarrollar este cambio, pero, de momento, parece que el Vaticano está respondiendo a esta necesidad de regeneración de los valores eclesiásticos.

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